"La verosimilitud ya no tiene ninguna importancia, puesto que el artista lo sacrifica todo a las verdades, a las necesidades de una naturaleza superior que él supone sin descubrirla. El tema ya no importa nada o apenas nada.
El arte moderno rechaza, en general, la mayor parte de los medios de agradar utilizados por los grandes artistas de tiempos pasados.
Si bien la finalidad de la pintura sigue siendo la de siempre, el placer de la vista, al aficionado se le pide que encuentre en ella ahora otro placer distinto del que le procura el espectáculo de las cosas naturales. Así nos vamos encaminando hacia un arte enteramente nuevo, que será la pintura, tal y como se había concebido hasta aquí, lo que la música es a la literatura.
Será pintura pura, lo mismo que la música es literatura pura"
APOLLINAIRE, Guillaume, Meditaciones estéticas. Los pintores cubistas, Pág. 17-18, Visor. Dis, Madrid, 1994.