1. Adverbio relativo de lugar que expresa la dirección de un movimiento. Es palabra átona y por ello se escribe sin tilde, a diferencia del adverbio interrogativo o exclamativo adónde (→ adónde). Funciona, a modo de conjunción, introduciendo oraciones de relativo con antecedente o sin él: «Desciende a los infiernos, adonde va a buscarlo la Diosa Madre» (Cousté Biografía [Arg. 1978]). / Fuente: Diccionario panhispánico de dudas RAE





Las formas autónomas de Juan Sánchez
Joan Josep Soler Navarro

De la exposición en la sede de la Fundación Chirivella Soriano (calle Valeriola, 13, Valencia) abierta al público entre octubre de este año y enero de 2014 con el título “Transvase intercontinental de una forma autónoma rosa”, nos llega noticia de una pequeña muestra física del arte de Juan Sánchez (Murcia, 1987). Buscando más información sobre el ganador de la II Convocatoria de la Sala d’Arcs encontramos su blog (…) a donde lo hago_juan sánchez, su lugar de encuentro con la incertidumbre y donde hallamos con más amplitud su discurso artístico.

Las entradas de su Blog, que anuncian y direccionan la imagen, en ocasiones con sonidos, nos advierten que estamos ante un artista conceptual. Nos invita a compartir con él sus exposiciones físicas, como las de Valencia o Murcia, o seguirlas a través de su blog en internet, un proceso intelectual que no provoca demasiado estímulo óptico. En la mayoría de sus propuestas se vale de objetos sin valor real ni artístico. Son formas autónomas, triviales y ajenas a denominaciones como bello, hermoso o exquisito. Es precisamente ese cortejo con el Arte Povera lo que le acaba de situar contra el arte tradicional.

La obra de Juan Sánchez se escapa de las técnicas, los medios, los canales, los discursos, las propuestas, las presentaciones habituales… para alterar la realidad y proponernos, interpretar y reflexionar a partir de lo que su sensibilidad como artista, su capacidad creativa, nos presenta, nos focaliza.

Deconstrucción, descentramiento, desaparición, diseminación, desmitificación, discontinuidad, diferencia, dispersión, son algunos términos que expresan rechazo antológico del sujeto tradicional. También expresan un rechazo epistolar por los fragmentos o fracturas. Ello nos remite al Mayo del año 1968, a partir del regreso de la política al arte y el empleo del arte nuevamente para hacer política.

Poco antes de la segunda guerra mundial, el crítico americano Clement Greenberg había publicado la guía para interpretar el arte moderno (1940), una nueva narrativa para comprender las corrientes artísticas deslindadas historiográficamente y muy alejadas de todas las motivaciones artísticas mantenidas desde el Renacimiento. Entre los estudios de Greenberg “Hacia un nuevo Laocoonte” 1940 y su ensayo “Modernist Painting” 1960, emerge con fuerza la abstracción en Nueva York, relegando París a un segundo plano como capital artística contemporánea. La abstracción como crítica y abandono de los discursos artísticos tradicionales. La forma era para los artistas como Vasily Kandinsky, la limitación de lo espontáneo, contraria a la expresión de la subjetividad.

Es en aquel momento cuando Greenberg revisa su propia teoría y se alza como defensor de “El arte por el arte”. La poesía pura que Pollock entre otros presentaría como creador de nuevas realidades. Había que huir del tema y del contenido. En adelante, el artista al igual que la propia naturaleza, era aquel que creaba nuevas realidades como las que nos presenta Juan Sánchez.

El artista como genio presentado por Kant en el siglo XVIII, que creaba una realidad propia a imagen de Dios, entendido como el primero y máxime creador, era ahora retomado por Greenberg como ejemplo de artista autónomo para crear realidades alejado de la actualidad social y del discurso político.

El arte cambió porque cambió la sociedad, la cultura y hasta la forma de hacer política. El arte a partir de las vanguardias quedó desligado del historicismo. Rompió totalmente con el pasado, con las ambiciones y aspiraciones, para empezar a plantear críticas. El arte se convierte en el hilo conductor del cambio de valores. Aquí volvemos a hallar a Juan Sánchez, observando, encontrando y focalizando las formas autónomas, aquellas que cobran vida a partir de su visualización creativa. Entre las primeras reflexiones que nos propone, rompe precisamente con la obsesión por poseer y adquirir obras u objetos. La creación artística de Juan Sánchez arranca en el mayor espacio público, globalizado y accesible, su blog en internet.

Es el momento en que se recupera “La obra de arte en la época de su reproductividad técnica”1934-39 de Walter Benjamin, cuando se confirma la pérdida de la esencia de la obra artística y la exclusividad de la obra de arte entendida como auténtica, única y original. La revisión de Greenberg coincide en el tiempo con lo que dijo Saussure sobre el significante y el significado. Con la corriente filosófica de la Escuela Estructuralista para demostrar que el lenguaje era imprescindible y la imposibilidad de traducir los pensamientos a través de la subjetividad del arte. “El arte por el arte” de Greenberg se vio reforzado con “La muerte del autor” de Barthes: “La escritura es la destrucción de toda voz, de todo origen… El autor es un personaje moderno, producido indudablemente por nuestra sociedad”. A partir de aquí, la lingüística y el arte, serían un conjunto de citas e influencias procedentes de los mil focos de la cultura, en la que concuerdan y contrastan la diversidad, para no ser nunca más ninguna de ellas la original.

“El Arte por el Arte” de Greenberg, “La Muerte del Autor” de Barthes y la crisis del sujeto que se inicia tras los sucesos a escala mundial del 1968, se fueron acumulando en el final del siglo y la crisis misma fue elaborada teóricamente a través, al menos, del vitalismo e irracionalismo de Nietzche, el marxismo y el psicoanálisis de Freud. Ellos descubrieron, cada uno a su modo, que la autodeterminación de la mente era ficción y que nosotros somos esclavos de una fuerza que trabaja en nosotros y con frecuencia contra nosotros.

Walter Benjamin insiste en la importancia de luchar con los conceptos para definir lo moderno para entender la ciudad, “en el ajetreo desaprensivo de esta masa, que produce efectos perturbadores sobre conciencias y sensibilidades que asisten a su espectáculo, donde las fuerzas reprimidas que permanecían inactivas en el hombre, por el proceso de la producción material de las maravillas de la civilización, se trasuntan en un hormigueo repugnante”.

En base a la multitud, a la aparición de la masa, Juan Sánchez entra en un juego dialéctico en torno a la identidad y a la unidad del individuo en el panorama urbanístico. Igualmente la expresión natural de los gestos que el individuo expresa cotidianamente automatizando su conducta y la cognición que tiene de sí mismo, de la ciudad, la sociedad y la cultura, le sirven para poner en evidencia la representación del aislamiento en el interés personal, es decir en la perdida de las huellas del individuo dentro de la masa urbana en contraposición a la naturaleza libre como paisaje, el mundo alienado a la vida social.

JOAN JOSEP SOLER NAVARRO, Publicación en MITO REVISTA CULTURAL, Valencia, 2013.
Fuente: http://revistamito.com/las-formas-autonomas-de-juan-sanchez/