El siguiente esquema, realizado el 16 de abril de 2024 y revisado el 28 de julio de 2024, muestra la estructura de intereses desde la que parte mi práctica pictórica actual. En resumen, esta práctica opera entre lo artesanal y la geometría básica del cuadro, y tiene su propia codificación interna entre la tradición pictórica occidental y oriental, y entre los procesos de codificación que suponen, por ejemplo, el acercamiento al cuadro desde el análisis de sus elementos tradicionales. Elementos en cierta medida aislados y situados en los límites de lo pictórico, extrapolados a las formas de hacer y a los materiales del bricolaje y de la albañilería. Esta estructura operacional está concebida desde su potencial para transformar el entorno en el que actúa.
La importancia del código se entiende en el sentido en que, por ejemplo, el código informático supone la introducción de un elemento nuevo mediante una acción que es performativa porque cambia el entorno en el que se inserta como, en cierta medida, ocurre al modificar una casa, mediante procedimientos propios del bricolaje y la albañilería, y como ocurre en la propia codificación de los signos pictóricos en el cuadro. Tanto en programación como en bricolaje y albañilería —y en pintura—, se van añadiendo o retirando elementos que, articulados entre sí y en sus respectivos contextos, tienen la capacidad de configurar sus propias gramáticas.