"Inmediatamente las dos partes se asociaron en mi imaginación. La idea de la cabeza de toro me vino a la mente sin reflexionar sobre ella. Solamente tuve que soldarlas. (…) quizás debí tirar la cabeza de toro. Arrojarla a la calle, al arroyo, a cualquier sitio, pero tirarla. Entonces habría pasado un obrero y la hubiese recogido. Quizás se hubiera dado cuenta de que con aquella cabeza de toro podría hacer un sillín y un manillar. Y lo habría hecho. Hubiera sido extraordinario.“
Picasso explicando su obra Cabeza de Toro a Brassaï
BRASSAÏ, Gilberte, Conversaciones con Picasso, Turner, Madrid, 2002.