La Forma autónoma puede ser una herramienta versátil que surge como consecuencia natural de la depuración de las representaciones de objetos y de espacios arquitectónicos presentes en las fotografías, en los dibujos y en los cuadros que he llevado a cabo durante varios años, hasta desligarse de las estructuras figurativas construidas con dichos medios de expresión para cumplir distintas funciones.
Esta forma y esta manera de hacer surge de lo inesperado en la práctica artística, y es precisamente su carácter adaptable lo que le confiere la validez que, desde el momento de su detección, no ha hecho sino facilitar mi práctica artística, llegando a convertirse en un medio adecuado para tratar unas inquietudes vinculadas a la habitabilidad del entorno más inmediato.
Una de las posibilidades en que se puede explicar el repertorio formal que supone es la siguiente: desde el óvalo que se aprecia si se mira un cilindro de cartón en perspectiva, hasta otras formas básicas como el rectángulo o el círculo, que se hacen visibles variando la orientación del mismo. La interacción de estos últimos elementos geométricos aislados y modificados con otras imágenes u objetos de la realidad es lo que ha dado lugar al presente cuerpo de trabajo.
Es un dispositivo que ante todo surge de mi relación con la pintura, y que me ha llevado desde una preocupación formal en la práctica artística, a una comprensión distinta de la realidad mediante su deconstrucción conceptual en planos emocionales.
JUAN SÁNCHEZ, Notas, València, 2013.