Sobre un sistema
El descuido, la despreocupación al hacer o al estar –en un cuadro, en el mundo– favorece la incursión del azar. La mirada creativa hacia el error y hacia el accidente –lo precario– los convierte en hallazgos, en posibles signos que indican la dirección y el sentido del proceso de trabajo, aceptando el devenir de las cosas para ser usados después, a conciencia, como elementos de creación. Olvidar un cable, maltratar un lienzo, dar una ojeada a un contenedor de basura, hacer gala de una falta total de respeto a los materiales y a las técnicas para descubrir algo que trasciende, que articula una serie de normas, algo que configura un sistema de trabajo al que se obedece estrictamente y cuya vida dura hasta que sus posibilidades se agotan, o hasta que otro hecho interviene –lo incierto, lo incontrolable– y quiebra el sistema. Entonces deja de funcionar e indica hacia otra posibilidad, o hacia muchas. Una infinidad de opciones surgen. Y no deja de pasar. Se baila entre la más perezosa despreocupación hacia las cosas y su más absoluto dominio –lo incongruente–, y esto último es lo que le confiere validez en todos los ámbitos: su propia naturaleza adaptable y flexible.
JUAN SÁNCHEZ, Notas, València, 2013.